Son delicadas, bonitas y nos traen el mensaje alto y claro de la maravilla de la Primavera… Todos recordamos algún paseo por un parque o por un campo repleto de las sencillas margaritas y nos transmiten ese toque infantil y encantador que nos encanta rememorar.
Siempre que veo un ramillete de margaritas, me sonrío, puede que quizá sea por esos recuerdos de mi pasado… puede que el tener tantas hojas y su botón dorado, nos transmita también la pureza, la limpieza y el aire libre… ¿No os parece que antes olía mejor? Pues es exactamente lo que siento cuando veo éstas humildes flores, me saben a bueno, a olores del campo, a un oxígeno que llenaba los pulmones, que abría el corazón y que, cuando nos tumbábamos en esos mantos llenos de margaritas con su contraste del blanco, del verde y del amarillo… nos hacían suspirar porque nos sentíamos vivos y enamorados de estarlo.