Posiblemente sea la imagen más potente y rotunda de la iconografía de la Iglesia Católica y, no es para menos, porque fue un magnífico personaje, un magnífico hombre que dejó la huella más profunda en la historia del catolicismo. Jesús mueve hoy día, a millones de fieles seguidores de su doctrina, de sus enseñanzas y de su forma de vida. Es para nosotros una guía continua y persistente que no deja que caigamos en la tentación del desánimo o de las malvadas perversiones que te enfrentan a tomar decisiones buenas o malas en cada momento que pasamos en éste mundo nuestro.
Jesucristo fue y sigue siendo uno de los hombres más importantes de la historia de la humanidad. Es la luz en la oscuridad, la verdad entre la mentira, la bondad entre la maldad y un amigo que te tiende la mano para agarrarte con fuerza y que no caigas en el pecado. Jesús, tan joven y tan sabio nos impulsa a vivir con amor.